Hace algún tiempo, un amigo me comentó la asombrosa proliferación de empresas cuyo nombre terminaba en "-alia" y lo harto que empezaba a estar de esta plaga. Tras pensármelo un rato, puede enumerar unas cuantas empresas que usaban este sufijo en sus nombres y pensé en lo fácil que sería adaptarlo a casi cualquier negocio, sin embargo no le presté más atención y ahí se quedó la cosa.
Hasta hoy. Caminando por la calle me crucé con una furgoneta de una empresa llamada reparalia y empecé a plantearme que esta moda estaba llegando lejos. Sin más demora, encendí el ordenador y comencé a buscar. Primero las clásicas, las que tienen una buena publicidad y su nombre resuena a menudo como es el caso opticalia o envialia. Pensando un poco más me topé con transportalia, constructalia, graficalia, abogalia, lactalia, pizzalia, arquitectalia e incluso algunas que lo superan todo, como superalia, o la mejor sonante de todas: zapatalia.
Parece que este sistema te permite exponer de un modo claro cuál es tu negocio y además brinda a tu empresa un toque interesante, culto diría yo. Ese sufijo mágico hace que tu empresa caspilla se transforme en algo con clase sin tener que pensártelo demasiado. Pronto surjirá embutidalia, chapuzalia, botellalia o paellalia; pero entonces el efecto sublime se irá pasando.
Esperemos.