lunes, 29 de marzo de 2010

Edificio rodaja: ¿la nueva plaga madrileña?


A nadie se le escapa ya la noticia de que Mansilla y Tuñón ganaron un concurso para construir un nuevo centro internacional de congresos en Madrid que consiste en la gracieta de colocar un sol gigantesco, ante las cuatro torres de la ex-ciudad deportiva del Madrid.
Sin embargo, lo que parece haber pasado sin pena ni gloria, es el proyecto de Herzog & de Meuron para la nueva ciudad financiera del BBVA en las Tablas, frente al Corte Inglés de Sanchinarro y como eso no se puede permitir, vamos a ponernos en contexto de nuevo no sea que con el rollito pesado de la crisis nos quedemos sin tan sublimes actuaciones arquitectónicas.
Fue por junio de 2007, cuando saltó la noticia de que el BBVA vendía todos sus edificios (incluída la famosa torre de Oiza) para colgarse del tren de las ciudades empresariales, como ya estaban haciendo Telefónica y Santander. En un principio, se vendió la idea de ciudad horizontal, escapando de la imagen del típico rascacielos acristalado de banco grande (entre otras cosas porque ellos ya tenían uno, supongo...) La moda de lo sostenible, se utilizó para justificar una operación bastante insostenible a nivel medioambiental, pero muy rentable al parecer, a nivel financiero.


Se convocó un concurso cerrado donde participaron Estudio Lamela (autor de la Terminal 4 de Barajas), Rafael de la Hoz (creador de la nueva sede de Telefónica), César Pelli, (Torres Petronas en Kuala Lumpur), Ortiz y León (Torre Iberdrola en Bilbao), Herzog & de Meuron y Zaha Hadid. Lista que posteriormente se redujo a estos dos últimos equipos que curiosamente, fueron los únicos que incluyeron algún elemento en altura.
Finalmente se decantaron por la propuesta de los suizos y saltó a la prensa de nuevo la noticia acompañada del consiguiente ronroneo sostenible en un discurso bastante poco coherente, que trataba de justificar el cambio de planes de la entidad, para lo cual, precisaron del visto bueno del ayuntamiento para que realizara una modificación a la ordenanza de la zona donde la altura máxima era de tres plantas. Aunque supongo que esto era lo de menos, teniendo en cuenta que parte del complejo ya se estaba construyendo con algún proyecto sin marca, que optaron por destruir para dotar a la sede del peso que otorgan unos arquitectos de moda.
Lo cierto es que a día de hoy, parece que aún no se han empezado las obras y los edificios sin marca siguen ahí.  Los trámites están en marcha, pero está por ver que se cumplan los plazos, si es que finalmente se decide ejecutar este edificio. 



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