martes, 9 de marzo de 2010

La destrucción de lo urbano

Hace un año aproximadamente, asistí a una conferencia sobre sostenibilidad y urbanismo cuyo ponente era un joven colombiano afincado en Australia. De un modo un tanto tedioso, expuso una serie de trabajos que desarrolló con sus alumnos en una universidad de este país, con el fin de redensificar áreas urbanas poco pobladas para dotarlas de servicios.
Sus conclusiones fueron obvias: la ciudad necesita de la densidad para poder rentabilizar los servicios al ciudadano. Es decir, que si vivimos todos juntos, es mucho más sencillo y sostenible cualquier servicio público y será más fácil que el comercio u otras actividades urbanas prosperen.
Su propuesta era conseguir que en un barrio de Sidney se construyeran bloques de apartamentos de tres alturas para atraer nuevos usos que no existían; consiguiendo con este cambio un ahorro energético altísimo, con respecto a edificación aislada.

Hoy, ojeando titulares en menéame me he topado con esta noticia. Parece ser que en Estados Unidos se están planteando destruir parte de algunas ciudades, con el fin de ahorrar en servicios públicos y devolver áreas urbanas a su estado inicial rural. Son ciudades que registraron un gran crecimiento vinculado a industrias ahora en quiebra, por lo que grandes superficies residenciales fueron abandonadas. Si a esto le sumas el hecho de que en EEUU se ocupa el suelo a lo bestia, con densidades de población bajísimas, la ecuación tiene como resultado la ruina de la ciudad, al no poder mantener semejantes extensiones urbanas con tan pocos contribuyentes.

Resulta sorprendente que frente a una visión decimonónica que sitúa a la ciudad tradicional densa como un organismo enfermo, lleguen estas noticias de la quiebra de ciudades modernas con un modelo urbano aparentemente mucho más agraciado, con arbolitos y espacio libre para el ciudadano. Deberíamos replantearnos seriamente defender nuestro modelo urbano tradicional (ciudades con casco urbano consolidado y densidades altas) frente a modelos importados de probada ineficacia e insostenibilidad.
Las grandes ciudades residenciales que se han construido en los últimos años sufrirán problemas en un futuro próximo como ya se puede comprobar en lugares como Las Rozas, Rivas, Arroyomolinos y otros ensanches de vivienda unifamiliar donde el acceso al comercio, transporte público y otros servicios es complicado y siempre dependiente del vehículo privado.

4 comentarios:

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  2. Pues sí, está claro que con el fin de la versión más aberrante del capitalismo ya no hay quien sostenga la ciudad zonificada moderna. Los yankis lo tienen muy jodido porque casi todas sus ciudades están estructuradas de esa manera desde que nacieron. Nosotros sin embargo sólo tenemos zonificación desde que nos creímos ricos con lingotes de 24x11,5x5 y nos entró el ansia de la muerte de apilarlos todos juntos y rápido para frotarnos los pezones.

    Aunque yo matizaría lo de la densidad en tu artículo. Porque no es igual la densidad de Tokyo que la de Río, que la de Madrid o que la de Coruña. La densidad como parámetro aislado (y da igual a qué niveles) te lleva al desastre igual que la zonificación extrema. Sería interesante que hablases sobre qué tipo de jerarquías o relaciones de dependencia se puden establecer. Asuntos como la seguridad o la huella ecológica se te pueden ir de las manos muy rápido a densidades altas.

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  3. La ciudad tradicional es insostenible. Su muerte es inminente y ni ud. ni el joven conferenciante colombiano lo van a poder remediar...

    No obstante, podemos seguir haciendo nuestras pequeñas compras cotidianas en el chino de la esquina, mientras las empresas multinacionales y los grandes centros negocios instalan su máquina de contar billetes en la periferia, asociándose de esta manera a los "nuevos" tejidos residenciales.

    También podemos seguir pensando que otra ciudad es posible en este país, y que las políticas urbanísticas irán cada vez más encaminadas a paliar los desaguisados provocados por un modelo urbano cuya única finalidad era la rentabilidad económica. Asimismo, podemos confiar en que nuevas leyes y modos de crecimiento rescatarán aquel modelo tradicional que con nostalgia, y sólo por nostalgia, defendemos.

    La ciudad dispersa , por ser flexible y adaptable, lo soporta todo. La ciudad tradicional carece de la sofisticación necesaria que pueda garantizar su supervivencia... La esperanza es lo último que se pierde.

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  4. Con respecto al primer comentario me gustaría comentar que es totalmente cierto que la densidad no es la solución a todos los problemas y que además es una cuestión muy matizable, ya que su defensa a toda costa puede generar un regreso al pasado donde con poco suelo se especulaba mucho y se desarrollaba una ciudad igualmente desgraciada. Quizás el problema actual tenga el matiz político de intentar evitar la especulación, o al menos la sensación que le da al ciudadano cuando ve un barrio denso. Para un político una edificabilidad mayor del metro por metro es demasiado porque teme que le acusen de especulador y bla, bla, bla. Parece ser que Manzano quería un 0.6m por metro para la operación Chamartín, cuando un ensanche como el barrio de Salamanca tiene unos 4m por metro [datos según el Ferro].
    El ciudadano de a pie pasea por Sanchinarro y ve bloques bajitos y grandes avenidas. Tiene la sensación de que nadie se llena los bolsillos porque todo es generoso y desmesurado. La baja densidad se transforma en una especie de coartada para defender la supuesta limpieza de los procesos de urbanización actuales.
    Con respecto al segundo comentario, disiento en cierto modo, ya que creo que el día que la ciudad tradicional muera, será porque todos los demás tipos de ciudad han muerto antes. Pienso por ejemplo en el declive que pudieron sufrir ciudades tras la caída del imperio romano. Roma pasó de ser una megaciudad a transformaarse en un páramo de ruinas. Pero no desapareció del todo. Se contrajo hasta quedar a un nivel mínimo. Otras ciudades en la edad media consistían en un núcleo amurallado denso y pequeño,lo mínimo para concentrar una serie de actividades que necesitan estar próximas entre ellas y cuya dispersión las haría inviables [estoy pensando en talleres y manofacturas básicas]
    Si la ciudad desaparece será que la sociedad ha muerto.

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